Mariposas carnívoras

Me están comiendo las entrañas. Me devoran cada vez que te acercas a mí y me acaricias la piel desnuda de mis caderas.

Acércame a ti y arrasa con mis labios en cada uno de tus besos. 
Esos que queman cuando nuestras bocas se juntan.

Tu mirada de nerviosismo me corroe y mis ojos te piden caricias. 
No llegan. Quiero que te pegues a mi cuerpo, que juntemos nuestras respiraciones, pero no ocurre nada.

Las mariposas revolotean en mi estómago expectantes, a la espera de algún movimiento que nunca realizas. 

Despedazas mi corazón cuando te alejas por la esquina. Maldito parque lúgubre sin tu presencia. 
Te echo de menos. El aire frío comienza a soplar, colándose en mis pulmones, esos que duelen al respirar.

Las mariposas siguen comiéndome, carnívoras, deseosas de amor. Ese mismo afecto que se desvanece como el sol en el horizonte. 

Vuelve. Vuelve y muérdeme el cuello buscando con ansias mis oídos para susurrar las más hermosas palabras...


Pero no vuelves, no. Prefieres regodearte en tu soledad y dejarme a mi en la mía.
Sola con las mariposas carnívoras.

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