Cuanta asfixia. Duele respirar con música melancólica entrando en los oídos y paisajes en movimiento desde el tren pasando por mis ojos.
La indiferencia es maliciosa, la ignorancia una daga malévola y punzante como el aguijón de la más cruel avispa. Y cuando es por parte de tus progenitores... conviviendo bajo el mismo techo. Madre mía como duelen los pulmones tratando de atrapar oxígeno.
Déjalo ya. No sirve de nada escribir estas palabras porque la atención no volverá por
ello.
Llora pequeña. Llora por el sufrimiento. Quizás con suerte cuando pase el calvario y tus lágrimas estén secas, todo vuelva a la normalidad.
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