Algo que tuviese todo mi ser volcado en las palabras y creo que ya va siendo hora.
¿Por dónde empezar? Debería en honor a mi amiga M, esa que cuenta los segundos que sonrío, que me pide abrazos que yo ofrezco antes de que realice la petición... empezar escribiendo esto con que hay una sonrisa en mi vida que me está matando.
Unos ojos que me escrutan hasta hacerme temblar entre la multitud. Una mano que me roza y me eriza la piel, las mariposas que se remueven al oírle hablar, el abrazo que no quiero acabar...
Es curioso porque pensé que nunca más, o al menos en mucho tiempo, volvería a sentir ese revoloteo en el estómago, ese nerviosismo por saber qué decir, qué hacer y cómo actuar.
Sin embargo, hay otros tantos momentos en los que no tengo claro qué quiero, qué siente mi corazón, qué me pide para calmar su acelerado palpitar...
Es difícil describirlo porque se juntan muchas emociones en común. Como por ejemplo: la duda, los celos, la inseguridad, una horrible incertidumbre...
Siento un gran pesar y confusión sobre mí, que me oprime, que no me deja pensar con claridad. Solo quiero ver esa sonrisa y mostrar la mía de vuelta, nada más.
Con tan poco me llego a conformar.
También he de decir que otras dos sonrisas más hay que me hacen respirar felicidad. Una me llena de ternura, otra me taladra recuerdos pasados en la mente. Ambas me hacen volar.
Dejadme que os diga que mi vida está vacía. Vacía de amor, de cariño... No puedo mostrar afecto por nadie sin recordar que toda esa devoción pasional la di ya, para que se haya desperdiciado y sin nada me haya quedado...
¡Feliz día del libro gente! Espero que hayáis disfrutado de este 23 de abril.
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