1 de marzo de 2017

Convivo conmigo

Siempre hubo una expresión que llamó mi atención, "lucho contra mis demonios".
Me he preguntado muchas veces si yo también los tengo.
Me lo pregunto cuando voy en el bus con la mirada perdida, cuando viajo en tren y observo el paisaje en movimiento, cuando estoy esperando en un banco y veo a las personas pasar...

Cada vez que mi mente puede vagar sin rumbo por los recovecos de mi cerebro, desconecto y rebusco en los escombros que son mis pensamientos para averiguar que hay "demonios" escondidos en ellos. Mi conclusión es que si que los tengo, pero están muy bien ocultos, con miedo a ser descubiertos.
Salen cuando recuerdo momentos tristes, desamores, pérdidas, situaciones vergonzosas, llantos pasados, pensamientos dañinos, angustia pasajera, ansiedad persistente...

No puedo decirles que se vayan, viven conmigo y se niegan a marcharse, a dejarme sola con mi dolor, quieren ser responsables de que ese sufrir aumente gracias a ellos. A veces desearía ser algo más feliz, pues mi vida no es para nada miserable, no merezco ni escribir estas palabras por si algún desconocido o buen amigo lector acaba aquí y las ve. Siento que es una exageración en comparación con sus problemas. Pero no puedo evitar tampoco expresarlas de otra manera.

Permitidme el lamento que escribo en estas letras rojas. Una confusión angustiosa, posiblemente provocada por "mis demonios" no me deja descansar tranquila estos días, no me deja respirar con tranquilidad, mostrar una sonrisa sincera.

Perdí la confianza en mí y en los que me rodean, de nuevo...

Pido a mi subconsciente que me salve de esta tortura mental a la que me está sometiendo sin necesidad. Estoy cansada de esta montaña rusa emocional que es mi vida desde hace ya casi 3 meses. El dolor que cesa y vuelve a emerger con fuerza me inquieta. Márchate y quédate para maltratarme, pero no me des descansos amorosos porque son muy dañinos. Aunque imagino que "los demonios" de mi ser interno es lo que desean, darme un alegre abrazo para apuñalarme cuando confíe en ellos.

Dejadme en un estado concreto de letargo al que yo me pueda acostumbrar, al que yo pueda llamar personalidad, tranquilidad, estabilidad... Quiero aprender a convivir conmigo.

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