3 de noviembre de 2014

Última parte de mi historieta especial Halloween.

La última parte aquí va, espero que hayáis pasado buenas fiestas en la noche mas terrorífica del año. Disfrutad!


El ambiente era frío. La niebla lo empañaba y encharcaba todo. La luna había desaparecido esa noche, quizás por miedo. El mismo miedo que sentían los chicos que atravesaban el césped entre la niebla, a oscuras, vestidos de negro y con pequeñas linternas. Parecían pequeñas luciérnagas empañadas por suciedad.

Con una palanca, David logró abrir una ventana que daba al sótano. Uno por uno fueron entrando por la estrecha apertura y caían con un ruido seco al suelo mohoso del abandonado sótano.
Unas siniestras sombras se formaban en las paredes del sótano debido a los tenues resplandores de las linternas del grupo.

–He encontrado una escalera, la puerta está abierta –anuncia Will en voz baja, mientras avisa a sus compañeros con señas de luz.

Las chicas van detrás de Will, y tras Violetta, iba su hermano Steven y David al final.

El pasillo estaba desierto y únicamente iluminado por las débiles luces de emergencia colgadas en las paredes, cada cinco metros.

– ¿Qué buscamos exactamente? –preguntó Violetta. La joven vestía un jersey de lana gordo, de color negro, y pantalón largo de pana, pero aun así temblaba de frío. O de miedo…

–Algo que delate el extraño comportamiento de los profesores –le responde su hermano, que iba justo detrás de ella, y le agarró la mano. –Y la respuesta a la extraña muerte de Kevin.

El pronunciar el nombre del chico le provocó un escalofrío a su compañero de habitación. Fuera, la intensidad del viento aumentaba y chocaba contra las ventanas como fuertes empujones.
De pronto, el sonido de algo constante, como el tictac de un reloj, es notable en la habitación que tenía justo al lado Charlotte.

– ¿Habéis oído eso? –preguntó la joven pelirroja, en un leve murmullo. Ninguno de sus amigos le contestó, por lo que decidió abrir la puerta del aula de ciencias.

Will la sigue de cerca, y Violetta  justo detrás. David y Steven se quedan fuera vigilando.

Charlotte se desliza silenciosa, gracias a sus caras deportivas de color negro y blanco, a través de la siniestra aula. Al fondo de la estancia, iluminado por la linterna de Will, el muñeco anatómico para las clases de biología, parecía sonreírles, con unos dientes blancos, grandes ojos mirándoles con diversión, y una mueca de burla, creada con los músculos de vivos colores.
Ante tal imagen, Violetta profirió un grito, que fue ahogado por la mano de Will, provocando la caída de sus dos linternas.

Con dedos temblorosos, Violetta recoge su linterna y la del mejor amigo de su hermano. El chico le destapa la boca, y la tranquiliza con palabras dulces al oído.

–Ha parado–anuncia Charlotte. En ese momento, Steven y David se unen a su expedición por el aula.

– ¿El qué? –pregunta Will mientras comprueba que su linterna funciona después de la caída.

–El sonido del tictac. Venía de aquí –afirma la chica, mientras se asoma por la ventana.

–En este aula no hay ningún reloj–corrobora David mientras examina la mesa del profesor. Cajón por cajón.

Will y Steven intercambian una mirada de terror, y se acercan más a Violetta, a modo de protección.

La mayor del grupo se aleja de la ventana y examina con dedos meticulosos todos los muebles del fondo de aula.
David la ayuda, mientras los dos chicos protegen a la pequeña del grupo.

El sonido de algo metálico siendo arrastrado por el pasillo se hace notar como un leve zumbido, apenas perceptible.

David y Charlotte detienen en seco su investigación, y con movimientos de cabeza, Steven y el joven de cabellos de plata se dirigen a la puerta. Will se queda junto a Violetta, sus manos entrelazadas.
Charlotte trata de abrir la última ventana, con meticuloso silencio, pero sin éxito, estaban cerradas y otras oxidadas debido a que nunca se habían abierto.

–Viene alguien –anuncia con susurro Steven, y todo en el aula es terror, muchísimo terror. David cierra la puerta, silenciosamente, y los cinco se colocan en círculo en el centro de la habitación.

–No os mováis– ordena Charlotte cuando todos están colocados, sentados en el suelo, en círculo y en absoluto silencio.

Fuera en el pasillo, el sonido metálico aumentaba. Cuando estuvo cerca de la puerta del aula donde el grupo se encontraba, la tensión era notable en el aire, tanto, que costaba respirar.

El horrible sonido continúa hasta el final del pasillo, y provoca tensión muscular en los cinco muchachos. Violetta notaba todos los vellos de su piel erizados.

Cuando el ruido metálico desaparece, Charlotte comienza hablar, temblando.

–David, comprueba que el pasillo está libre, tenemos que irnos de aquí, no estamos solos.

David obedece a la joven pelirroja y se aproxima a la puerta silenciosamente. Todos observan sus movimientos desde sus asientos en el duro y frío suelo de aula.
Cuando vuelve, casi da un traspié, y se sienta con gran temblor junto a Will.

–Rojo…–es lo único que sale de su boca. Todos sus amigos observan con terror su pálido rostro y se dirigen a la puerta entreabierta.

Miran al exterior uno por uno. El pasillo está desolador, y siniestramente lúgubre con solo a modo de iluminación la triste luz de los focos de emergencia.
En el suelo, donde antes había estado el sonido del metal, una larga beta roja recorría todo el camino, desde un extremo a otro del fantasmal pasillo.
Era sangre.

Sí queréis que termine de escribirlo y suba el resto del relato, decírmelo en los comentarios y daré mi mejor esfuerzo para terminarlo completo para Diciembre. PAZ!

Image and video hosting by TinyPic

No hay comentarios:

Publicar un comentario