Ya comenzaba otra vez. Después del éxtasis fantasioso del fin de semana, me chocaba con la realidad una vez más, cuando el reloj sonaba a las 7 cada lunes. Una vez más.
Mi cabeza no dejaba de gritar pensamientos horribles. Evito el café cada mañana aunque lo deseo con todas mis fuerzas. Pero ni así puedo evadir mi conciencia. Tiene más fuerza que yo.
Aunque no hay cafeína en mi sangre, el corazón descontrolado, choca contra mi pecho en taquicardias intermitentes a lo largo del día.
Tengo miedo de enfrentarme a otra odiosa semana. No puedo rellenar mis horas monótonas, no puedo escapas de las responsabilidades. Mi evasión perjudica a los demás, esos que tienen mentes tranquilas. Yo no puedo, pero cálmate.
Con las noches de luna llena me siento en un vaivén de paz que dura poco. Con los destellos del alba el calvario se reinicia. Comienza de nuevo una odiosa semana.
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