29 de septiembre de 2019

En blanco

Dicen que tener la mente en blanco es casi tarea imposible porque es inevitable que el cerebro procese información y pensamientos 24 horas del día, los siete días de la semana.

Mi mente está en blanco, vacía, ni una palabra escrita sobre el papel del libro de mi vida.
Todo se desmorona a mi alrededor. Mi estómago se cierra, mi mirada se apaga y mi sonrisa desaparece de la escena. Durante horas solo salen las lágrimas sin descanso. El desconsuelo, la confusión y la ansiedad son mi compañía. 

A veces deseo desaparecer y volverme invisible. Observar todo desde fuera como una simple espectadora. El hueco que te deja en el pecho la mente en blanco es consecuencia del estallido de emociones. Todas de golpe, aplastándote la cara, el estómago, las piernas. No puedes ni correr, te faltan las fuerzas, te falta el oxígeno.
Tengo un amigo que siempre me dice que acumulo demasiado, aguanto demasiado. Y es cierto. Por consiguiente, de buenas a primeras un día cualquiera en el que las cosas se tuercen, todo sale al exterior. Y deseas irte del planeta Tierra. O desaparecer de cualquier continente, ¿qué más da?

No te salen las expresiones, no te salen las palabras. La garganta se cierra, el dolor te ciega, la angustia te cansa, la comida te da nauseas y el reloj no parece funcionar.

Todo esto ocurre mientras tu mente está paralizada, en shock, en un bucle de ideas perdidas. Todo sin orden ni sentido. Simplemente, como una hoja en blanco esperando ser escrita. 


ATTE: Sandra J.M

No hay comentarios:

Publicar un comentario