16 de diciembre de 2018

La magia de escribir

Llevo un rato y además lo puse en twitter, pensando en el poder que ha tenido y que tiene la escritura para mí.
Y no solo la escritura, también la lectura.

Leo desde que aprendí a leer, básicamente. Siempre me ha gustado imaginar en mi cabeza las historias que se reflejaban en las letras de las novelas adaptadas para pequeñajos que leía. Incluso los cómics con los dibujos me gustaban muchísimo porque hacían el trabajo de imaginar mucho más sencillo.

En mi octavo cumpleaños me regalaron un diario de esos cutres con candado "abre-fácil" del bazar de la esquina, pero yo fui súper feliz. Aún lo conservo en la cajita de recuerdos que tengo bajo la cama. Es azul con las princesas disney y mantiene su candado cutre.

Está lleno de sentimientos típicos de una niña de 8 años. No está muy elaborado como los de ahora, que sí, a casi 4 meses de cumplir 21 años, sigo escribiéndolos y me llenan de sobremanera.

La Sandra de 8 años escribía con letra horrible (más que la de ahora) y no a diario pero si de forma continuada sobre sus peripecias en el cole, en las excursiones con sus amigas, los nenes de la clase que le gustaban y también sus sentimientos hacia los problemas que había en casa. Cómo se sentía cuando se veía al espejo y no se quería.
La cría de 12 años que comenzó a odiarse porque el chico que le gustaba la rechazó sin mediar palabra salvo una declaración que la hundió, "eres fea".
Un vórtice de suciedad, de basura en su mente, se hacía más y más fuerte. No sabía qué hacer... bueno en realidad sí. Agarró un bolígrafo y su ya segundo diario y escribió todo lo que llevaba dentro. Descargó el odio a ese chico y hacia sí misma.
De esta furia y también de una imaginación incipiente de pre-adolescente, surgió la idea de su primera novela. Una especie de historia donde ella era la protagonista, con unos cuantos personajes cambiados y alterados a su gusto y la relación que ella soñó salía bien con ese chico.

Luego con el paso de los años surgiría la siguiente, totalmente ajena a su vida, pero siempre con trozos de ella en cada personaje, porque cuando escribes eso es irremediable.

Pero la cuestión principal es la magia de escribir. Su poder de evasión, de desahogo, de fuga de escape a todo lo que tu cabeza rezuma como alquitrán negro.
Amo escribir y lo seguiré haciendo hasta que mis ojos dejen de ver el papel o el ordenador. Hasta que mis manos me permitan coger un boli, un lápiz, una pluma... o teclear. Escribiré hasta que mi cabeza me lo permita y la vejez no marchite mi imaginación, mis ganas de inventar historias. Hasta que las palabras dejen de tener sentido en mí. Hasta que la magia se apague y ni el polvo de hadas quede en pie.

Seguiré escribiendo sobre la vida hasta que la mía se acabe.

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