10 de noviembre de 2018

Sonrisas.

-Bailar me hace feliz, aunque no sé hacerlo bien, soy como un palo inmóvil pese a que en mi cabeza me estoy moviendo con mucha energía. 

-Cantar me hace feliz, aunque parece que me faltan las cuerdas vocales y solo chillo como un animal herido.

-Escribir me hace feliz, aunque no redacto las mejores novelas ni compongo las mejores poesías.

-Leer me hace feliz, aunque cuando leo en voz alta me pongo nerviosa y la lengua se me traba, y leo menos de lo que me gustaría, y por tanto me auto-culpo por no sacar tiempo para los libros.

-La música me hace feliz, aunque no sé tocar ningún instrumento (pese a que me encantaría que así fuese), y no entiendo la mitad de las letras de las canciones porque están en inglés.

-Aprender me hace feliz, aunque obviamente no lo sé todo. Eso es algo que me pone muy nerviosa, porque mi ambición me hace querer ser siempre súper buena en algo la primera vez que lo hago.

-Maquillarme me hace feliz, aunque como no sé hacerlo, acabo pareciendo un payaso multicolor, pero me río demasiado de mi misma en el proceso.

-El orden me hace feliz, aunque siempre acaba todo desordenado por alguien más de mi casa, pero siento una satisfacción increíble mientras estoy ordenándolo todo.

-Conducir me hace feliz, pese a que no soy una experta conductora y aún me queda mucho por hacer, pues aún no me dejan mis padres coger un vehículo yo sola.

-Liderar me hace feliz, aunque a los demás esto puede parecerles que soy "marimandona", pero adoro que todo esté organizado y con tareas asignadas en un grupo, en el cual todo se lleve a cabo como predice el plan.

-Hablar me hace feliz, aunque pueda ser una charlatana para el resto y acaben cansándose de mí. Adoro los porqués de las cosas y preguntar todo lo que llama a mi curiosidad. Enseñar y aprender al hablar con otros.

-Sonreír me hace feliz, aunque puede parecer que mi sonrisa es la más falsa puesto que según una amiga mía, sonrío durante más de 20 segundos. Eso es mucho. Pero no es falso, es real. Muy real.
Adoro sonreír, reír a carcajadas, de esas risas que pareces un animal asustado. 

Todas las acciones anteriores tienen su "aunque..." seguido de algún comentario negativo, pero se sobrellevan de forma positiva porque sonrío mientras os lo cuento.

Las sonrisas de cada persona son tan hermosas... es la señal más pura y sincera de felicidad. Aunque haya pasado un mal día, un mes, una vida entera, podemos contagiar felicidad con una sonrisa.

El poder que tienen las sonrisas es tan inmenso que llega hasta el individuo más serio. Por ejemplo, cuando cojo el autobús cada mañana a las ocho, le doy un "buenos días" sonriente al conductor y su expresión cambia de taciturna, gruñona o triste a emoción, alegría, felicidad. Sonríe y su cara se ilumina con una luz especial que nadie más que nosotros puede ver. 
Si no me creéis, probad a hacer la prueba y sonreírle al mundo.

Aunque sea difícil de entender, el ser humano es más sencillo de lo que pensáis. Y una sonrisa, o varias de ellas, pueden cambiarlo todo.




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