Somos como seres mecánicos. Autómatas. Vamos a nuestros trabajos, escuelas, tareas... caminando mirando al suelo o a una pequeña pantalla, conducimos sin prestar atención a la forma correcta de hacerlo, nos subimos en trenes y autobuses sin rumbo fijo, mirando fijamente por la ventana el paisaje en movimiento. Deseando que el viaje nunca acabe.
Sin ánimo de llegar al destino. Sin prisa.
La vista perdida en la ventanilla, la música sonando en algún móvil que llama. No sientes nada, mente en blanco. Un corazón latiendo 24 horas mientras el sol despunta en el alba del nuevo día que estás viviendo sin saber el por qué.
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