Veo pasar a mi lado a personas variadas, buscando un hueco en el fondo del bus. Algunas llevan mochila, otras bolsos, cestas de la compra, maletines, maletas pesadas cargadsa de ropa para algún viaje de ida.... o de vuelta.
El autobús anuncia las paradas y la gente sube y baja. Van y vienen. Con prisas, malhumor. Fuera, el cielo mañanero de noviembre está nublado, casi negro.
Parece de noche y la gente se duerme contra los cristales mientras los chismes de sus orejas rezuman melodías agobiantes en horas tempranas. Otros miran de forma vacía, sin luz, sin rumbo. Miran le reloj varias veces producto de la impaciencia por llevar prisa.
Yo no. No sé por qué estoy aquí. Solo viajo en autobús y me olvido de existir.
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