Maremoto de emociones. Música para asimilar todo.
Manos vibrantes. Sudorosas. Temblorosas. Pánico.
Cierra tus ojos y tratar de imaginar lo que sientes. ¿Lo sabes? Yo tampoco. Pero es maravilloso vivirlo y más aún tratar de averiguar lo que es.
Maremoto de emociones. Eso eres tú. El que trae la calma cuando en mi interior se desata una tormenta. Me derrites con tus ojos. Profundos. Serenos...
Llegaste como un huracán, arrasándolo todo. Sin avisar. Sin que yo te esperase. Simplemente apareciste... y cómo valió la pena. Y la alegría. Sobre todo la alegría.
Me secaste las lágrimas que no dejaban de bañar mis mejillas por un corazón roto, uno que creía, iluso, que nunca volvería a latir.
Vamos a dejarnos llevar por el amor, por la marea ajetreada de ilusiones de un futuro nublado. Por las risas, por las tristezas, por los abrazos infinitos... Vamos a repararnos cuando la vida nos rompa. Vamos a cuidarnos frente a los fríos problemas. Vamos a ayudarnos a cruzar las adversidades.
Quiero jugármela y arriesgar la vida. Disfrutar y marcar días en el calendario para recordar. Para recordarte. Voy a jugármela en una batalla en la que podría salir herida, pero quiero pensar que valdrá la pena.
Quiero que seas algo más que el hombro en el que llorar. Algo más que un simple salvavidas. A veces incluso serás mi ancla y tendré que llorar en hombro ajeno porque las lágrimas las provocaste tú.
Esto tendrá altibajos, como montarte en una montaña rusa estando borracho. Te darán ganas de vomitar, nauseas constantes, querrás rendirte y bajarte... Pero disfruta de viaje, puesto que si hay bajadas... es porque estuvimos arriba alguna vez. Vamos a saborear esos momentos en los que estaremos más arriba que las propias nubes. Le robaremos el asiento a los dioses y jugaremos con el mundo como si fuese una mesa de estrategia militar. La misma que usaban los caballeros para ganar batallas.
Ganaremos nuestra batalla. Porque es lo que es. Una batalla campal llena de amor y pinceladas de rencor. Sangre y lágrimas, pero también risas y saltos de alegría.
Vamos a besarnos como si solo nosotros pudiésemos darnos oxígeno y sobrevivir en este mundo lleno de espinas puesto que nosotros somos las rosas.
Llegaste como maremoto y yo seré el tuyo.

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