Un olor que se había vuelto dulce para mis fosas nasales. Muy familiar...
Mi cabeza apoyada en el hueco de su hombro podía sentir cada ráfaga de calor humano y contar los latidos de su corazón.
Me hallaba consumida en su abrazo, perdida en su cuerpo, sus músculos presionándome.
Sus manos se comían mi espalda. La misma que se deleitaba con sus caricias.
No podía resistirlo más y le besé.
Le besé y todo acabó.
Por fin lo había logrado.
ATTE:

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