5 de octubre de 2017

Tiempo

No te paras a reflexionar sobre un tema hasta que estás solo en un vagón de tren que traquetea en las vías o sentado en un incómodo asiento del autobús urbano.

La reflexión que vengo a exponer trata sobre el concepto del tiempo.

Veo a la gente corriendo para atrapar al bus y llegar a sus puestos de trabajo o a sus aulas escolares.
Algunos bajan del transporte entre jadeos para echar la carrera y llegar a su destino lo antes posible y evitar llegar tarde por culpa del lento vehículo.

El tiempo pierde valor para ser disfrutado y solo gana en importancia para llegar a los trabajos. 
Madrugones para atrapar el tren que se nos va y que nos ponen de mal humor. Un Sol que abre el cielo nocturno, un frío viento consecuencia de la oscura noche. 
Pero seguimos mirando el reloj, impacientes para llamar al taxi. Marcar el ritmo con el pie, pero no es por el sonido que desprenden tus auriculares con la guitarra rockera resonando en el metro, si no porque no puedes esperar a bajar de él e insultar en tu mente al semáforo porque no cambia de color.
Con esa horrible cuenta atrás para volver al rojo.




Rojo, rosa... Esos mismos tonos de los que se tiñe el cielo al amanecer. 
Ese mismo cielo que nadie mira, nadie se empapa de su belleza, es más importante el café para despertar la mente antes que los brillos del Sol naciente.

Leer el periódico, revisar el móvil, taponar los oídos con música a alto volumen contra el tímpano.
Nadie mira al frente. Nadie escucha a los pájaros dar los buenos días. Nadie es cortés con un desconocido cediendo el paso en la escalera estrecha. Nadie comparte miradas rápidos desde el otro lado del vagón, eso es cosa del pasado. Ahora nuestra pupila no se separa de la pequeña pantalla del teléfono. 

Ese mismo dispositivo que nos despierta con su alarma, matando el ring-ring de un clásico reloj, el mismo que rompe el papel bañado en tinta de un periódico recién impreso. El mismo que ocupa nuestra atención marcando el tiempo que te queda para llegar al trabajo y estar a la hora.

Sin darte cuenta, es el mismo tiempo, las prisas, las que te roban. Nos roban...el reloj de la vida.

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