Repetía una y otra vez en su mente. Pero no servía de nada...
El cerebro hacía su trabajo de despojarse del dolor a través del llanto.
La música llegaba a sus oídos como algo lejano. Su tímpano solo detectaba el sonido de su respiración entrecortada y su garganta dolorida.
Se arrinconaba en su cama, enterrando el rostro bañado en lágrimas en la tela suave de su almohada.
Encogía todo su cuerpo, como para protegerse de algo, o de ella misma...
Sentía dolor y presión en el pecho y no le importaba nada ni nadie. Su objetivo en la vida en ese instante era llorar hasta cansarse y luego quedarse dormida para soñar con algo mejor.
Pero hasta que ese momento llegaba, la etapa era agonizante.
Nada era suficiente para ella, no había límites para la cantidad de lágrimas que derramaba.
Los gritos contra la cama no molestaban, sus nudillos raspados no molestaban, su estómago rugiendo débilmente por debajo de sus gritos pidiendo comida no molestaba, la sangre corriendo por su muñeca debido a las uñas clavadas en la palma de ésta no molestaba.
Esas pequeñeces no molestaban para nada en aquel instante, ni esas pequeñas cosas, ni el cada vez más lento latido de su corazón...
"Ya parará"- pensó.- "Ya parará y con él, el dolor."

No hay comentarios:
Publicar un comentario