FINAL ALTERNATIVO
Después de la boda de Alejandro y Sandra. Después de haber pasado su luna de miel y después de que su hijo Daniel hubiese nacido, Sandra y Alejandro habían ido a visitar a Daniel al cementerio.
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Una tarde verano, mientras el sol se ponía y nubes púrpuras aparecían en el cielo. Una mujer de cabello rizado, acompañada de un hombre rubio con un niño con el pelo más oscuro que la noche se acercaban a una tumba del cementerio.
Alejandro llevaba en brazos al pequeño Daniel, con solo 5 añitos el pequeño ya sabía leer y escribir mejor que sus compañeros de clase y era muy inteligente.
Sandra le da un beso a su marido y otro beso en la frente a su pequeño, mientras se acerca a la tumba arrastrando los pies.
La tumba de Daniel,a la que Sandra siempre le llevaba margaritas, no sabía el porque, solo le llevaba esas flores.
Una brisa hizo que Sandra se estremeciera y unos pétalos rosas del cerezo que había cerca, calló sobre el hombro de Sandra, que esta apartó delicadamente y se lo colocó en la palma de la mano, tras mirarlo durante unos minutos, sopló levemente sobre este e hizo que volase hasta llegar a la tumba de Daniel y se quemase con una vela que ella misma había colocado.
Recordó ver el cuerpo de Daniel en la ambulancia, cuando los bomberos le sacaron de su casa en llamas.
Totalmente quemado, la cara tenía parte de piel quemada, carne roja y en el límite de la herida, la piel estaba negra y chamuscada. Recordó querer ir hacia él y que los bomberos se lo impidieran, recordó llorar con el corazón encogido y que Alejandro la agarrara del brazo para girarla sobre su eje y abrazarla con fuerza.
Oía gritar de dolor a la madre de Daniel, una mujer humilde, con el pelo corto, castaño y un marido trabajador de clase media. Vio llorar al padre de Daniel y
esa fue la primera vez que vio a un hombre adulto llorar de verdad.
Fue al cementerio con Alejandro y se llevó 6 semanas llorando sin parar, hasta que todas sus amigas les dieron ánimos para seguir adelante y continuar con su vida.
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Sandra llorando de nuevo, se seca las lágrimas y aparta la mirada de la vela de la tumba de Daniel y mira hacia Alejandro que no le presta atención a ella, si no que esta jugando con el pequeño.
Recuerda cuando se casaron, en una iglesia preciosa, ella llevaba un vestido blanco con unos bordados color oro, y un precioso ramo de rosas blancas y rojas, y el pelo rizado recogido en un elegante moño, con un velo muy largo y un pasador dorado sobre este.
Recuerda la expresión de felicidad que tenía Alejandro en su cara cuando dijo “Sí” en el altar.
Cuando fueron de luna de miel. Esa noche que pasaron juntos en una playa agarrados de las manos, se tumbaron en la arena y allí, vivieron la mejor noche de toda su existencia. La primera vez de los dos, inexpertos pero con tranquilidad. Sandra estaba nerviosa, pero cuando Alejandro le susurraba al oído, se tranquilizaba...
9 meses después tuvo a su primer hijo Daniel. Sandra visita cada Domingo el cementerio y recuerda hechos del pasado, llora y sonríe, dependiendo de cada recuerdo y disfruta de su vida con Alejandro, y con su hijo.
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Sandra, de nuevo absorta en sus pensamientos, es sorprendida por su hijo Daniel, que con solo 5 añitos ya sabe muchas cosas.
Agarra la mano de su madre. Sus pequeñas manitas están cálidas al tacto con las de su madre y con los ojos brillantes de color miel al igual que los de su padre y las mejillas sonrosadas la mira.
-Mami, tenemos que irnos- Le dice el pequeño mirando con impaciencia a su madre.
Sandra le mira dulcemente y asiente.
-¿Quien es ese hombre que se llama igual que yo mami?- Pregunta el pequeño señalando la tumba de Daniel.
-Es una persona que fue, es y será muy importante tanto para tú madre como para mi- Alejandro los sorprende a los dos, y coge en brazos al pequeño de nuevo.
El pequeño mira la tumba de Daniel, y la mira directamente y analizándola. Y entonces alza la mano y se despide.
-Adiós tío Daniel- Dice Daniel inconscientemente.
Sandra se sorprende, y a continuación sonríe levemente a su hijo y le aprieta la mano, aunque no demasiado para no hacerle daño.
-¿Nos vamos a casa, Daniel?- Pregunta Sandra sonriéndole a su hijo y a su marido.
-Sí, vamos a merendar tarta. ¿Verdad papá?- El pequeño mira eufórico a su padre, y este asiente a la pregunta de su padre, mientras Alejandro le sonríe a Sandra.
-Vámonos a casa a comer pastel- Dice Alejandro dejando en el suelo a su hijo y lo agarra de la mano.
Los tres se giran a la misma vez y mientras sopla el viento de nuevo, Sandra agarrada de la otra mano de su hijo se dirige a la salida del cementerio, dejando atrás, otro día más, los recuerdos de su vida, tanto tristes como felices.
Unos recuerdos, que para ella, durarán eternamente...

Mucho, mucho mejor.
ResponderEliminarMe alegro que te guste! :)
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