Capítulo
19: Besos
Tras
mucho discutir, Gonzalo y Andrea habían cortado y por cosa del
destino, se convirtió en el novio de Ana, que esta feliz, acepto
serlo nada más que él se declaró. 
Respecto
a la relación Sandra-Alejandro, la cosa seguía igual, Sandra nunca
supo desde entonces que es lo que Andrea le había dicho a Alejandro
en el oído que hizo que este palideciera, y por ahora lo único que
podía hacer era, seguir siendo su amiga y estar siempre junto a él,
para que gracias a su compañía, él pudiera aclarar sus
sentimientos.
4
de Noviembre de 2012.
Sandra
salió del ascensor  y antes de que las puertas de este llegasen a
cerrarse se aliso su pelo rizado, para intentar arreglarlo un poco y
que se viese mejor.
En
ese momento se acercó vacilante a la puerta de aquel bloque de pisos
al que había ido a visitar a Alejandro, que estaba enfermo, ya que
su madre se lo había pedido.
Tocó
el timbre y pasaron unos segundos, y volvió a llamar pero esta vez
golpeando con los nudillos la puerta unas 3 veces.
En
ese momento una mujer de unos 40 y tantos años, morena, pero con un
ligero tono pelirrojo salía a su encuentro:
-Ah,
¿Tú debes de ser Sandra, verdad?-Preguntó la mujer mientras
invitaba a Sandra a pasar mientras esta asentía y se dejaba
arrastrar al interior.
El
piso era más o menos pequeño. Al lado de la puerta principal justo
a la izquierda había una pequeña cocina con algunos platos
secándose sobre la encimera y al fondo de esta, daba paso a un
balcón vecindario. Pasando la cocina se encontraba el salón-Comedor,
había un sofá alargado con una mesa grande donde Sandra supuso que
comían, y al otro lado del salón había una cómoda donde se
encontraban las fotos de niños rubitos de pequeños y la foto de la
boda de un matrimonio. Sobre esto había un gran espejo donde Sandra
se veía reflejada y muy sonrojada.
Al
llegar al sofá vio a Alejandro  rojo, jadeando, en pijama y con un
paño húmedo sobre la frente, y al ver que ella se acercaba abrió
los ojos y la miró con cara de sorpresa aunque difícil de notar, ya
que cuando uno esta enfermo apenas muestra expresiones. 
-Hola-
Saludó Sandra con la mano.
-Hijo,
Sandra a venido a cuidarte- Dijo la madre, haciendo gestos con las
manos en dirección a Sandra.
-¿Para
que?, ¿Ya no estas tú para eso?- Preguntó este replicando mientras
se incorporaba y se sentaba en el sofá.
-Ya
pero yo tengo trabajo, tu hermana esta fuera y tu padre esta de
viaje, además yo conozco a su madre, y yo le pedí a Sandra que
viniera, pensé que sería bueno, ya que nunca estas con chicas y
apenas sales con más amigos que los de tu equipo de fútbol- Se
defendió la madre, encogiéndose de hombros y empujando a Sandra
junto al sofá.
-Bueno
si quieren yo puedo irme..-Dijo Sandra, intentando esquivar los
empujones de la mujer.
-No
no, tu no te vas de aquí yo me voy ya, son las...-Miraba su reloj-
17:00, volveré sobre las 21:00 ¿De acuerdo?- Miró a Sandra- hay
comida en el frigorífico te la puedes calentar y comértela- Esta
vez miró a Alejandro- Y a él le haces una sopa,  o un vaso con
caldo calentito.- Se dirigió a la puerta- Bueno me voy ya, cuidaos
¡Adiós!.
La
puerta se cerró con un fuerte sonido y la madre desapareció dejando
a Sandra y Alejandro completamente solos en la casa. 
-Bien,emm..
¿Te encuentras bien?- Preguntó Sandra sin saber muy bien que decir.
-¿Tú
que crees? Estoy medio muerto- Dijo con sarcasmo mirando a Sandra.
-Bueno
voy a tomarte la temperatura- Miró alrededor de la habitación por
si veía encima de la cómoda o la mesa, un termómetro- ¿Donde hay
un termómetro?
-¿Por
que no me tomas la temperatura poniendo tu frente sobre la mía?-
Preguntó con una sonrisa pícara en los labios, mientras señalaba
su frente y la de ella.
-¿Por
que? ,¿No es más fácil con el termómetro?- Dijo Sandra intentando
evitar tocarle.
-No,
porque de esta manera es más divertido- Dijo mientras se levantaba
del sofá- Ven- Y rápidamente la agarró del brazo y la atrajo hacia
él y colocó su frente sobre la de ella.
Esta
sonrojada por un momento se concentró en los ojos de Alejandro y se
dio cuenta de que eran de un color marrón tan claro que parecía
color miel. Luego se concentró en su temperatura y se dio cuenta de
que estaba caliente.
-¿Qué,
como esta?- Preguntó Alejandro mientras la separaba de él
lentamente.
-Parece
alta, pero prefiero comprobarlo con el termómetro- Dijo Sandra
buscando una mirada en los ojos de Alejandro que mostrase que le
diría donde estaba.
-En
la cocina al lado de la tostadora- Dijo Alejandro desanimado como si
no hubiera pasado lo que él tenía planeado.
Sandra
se dirigió a la cocina y divisó rápidamente la gran tostadora
blanca, y al lado el pequeño termómetro. Lo cogió y rezó porque
no tuviera que colocárselo ella misma. Pero no fue a sí, pues
cuando volvió de la cocina vió que Alejandro se colocaba tumbado de
nuevo sobre el sofá como al principio.
-Colócate
bien, tienes que ponértelo- Dijo Sandra, mientras le extendía el
termómetro.
-No,
yo estoy enfermo, y tú eres mi enfermera así que ya sabes..-Dijo
rechazando el termómetro y señalando la camiseta de su pijama azul.
Sandra
resopló y se quejo pero fue inútil y opto, por sentarse junto a
Alejandro e ir quitándole botón por botón de la camisa, mientras
maldecía por lo bajo, el haber ido a cuidarle. 
Al
terminar vio que Alejandro tenía los ojos puestos en la pulsera, se
preguntó por qué, pero simplemente levantó su brazo izquierdo y le
introdujo el termómetro.
-¿Puedes
mojarme el paño?- Dijo señalando el paño de su frente- Esta seco.
Sandra
resopló, le quitó el paño de la frente y se dirigió a la cocina a
mojarlo.
Al
volver Alejandro se había levantado y estaba asomado por la ventana,
la luz del sol iluminaba su rostro, Sandra se acercó a él y le dio
un toque en el hombro, este rápidamente se dio la vuelta y estaba
más rojo que antes.
-¿Que
hacías?- Preguntó Sandra mientras Alejandro cogía el paño y se
colocaba de nuevo en el sofá.
-¿Mirar
por la ventana quizás?- Respondió este con otra pregunta y
colocándose el paño en la frente.
>PIPI-PIPI-PIPI<
Sonó
el termómetro y Sandra se aproximó de nuevo a meter la mano bajo su
brazo y extraerlo. Cuando se lo acercó al rostro para ver cual era
su temperatura se quedó con la cara blanca, y una expresión de
horror en el rostro.
Alejandro
la miró con cara de preocupación y le arrebató el termómetro de
las manos.
-¿¿41ºC???-
 Cerró los ojos y dejó caer el termómetro al suelo haciendo que
este se rompiera e hiciera un ruido sordo al caer al suelo.
-No
te preocupes te daré la medicina, voy a buscarla creo que la vi en
la cocina-Dijo Sandra mientras iba a la cocina.
Sandra
se dirigió corriendo a la cocina y cogió dos pastillas y un vaso de
agua y al volver al salón se sentó en el sofá y colocó la cabeza
de Alejandro en su regazo después de que este se hubo tomado las
medicinas.
Empezó
acariciarle la frente, apartándole su cabello rubio, y contemplando
como este rojo por la fiebre y respirando entre cortadamente  se
encontraba en su regazo, y pensó que nunca antes lo había tenido
tan cerca, salvo cuando fueron él, María y Marina a animarla por la
perdida de Sara y Lucía, y ella con un impulso hormonal lo abrazaba
y él le respondía abrazándola también.
Alejandro
abrió los ojos y la miró fijamente, con unos ojos penetrantes. 
Sandra
apartó la mirada.
-Gracias-
Susurro Alejandro tan bajo casi como un suspiro.
Sandra
confusa le miró y no le dijo nada, simplemente le sonrió y siguió
acariciándole el rostro.
-¿Te
encuentras mejor?- Preguntó esta mirandole fijamente.
El
chico asintió y suspiro profundamente y luego dijo:
-¿Aun
te sigo gustando?- Preguntó Alejandro de pronto.
Sandra
asintió y se notó como le subía la temperatura a ella también.
Alejandro
por el contrario no se sabía si estaba sonrojado o no, ya que estaba
ya rojo por la fiebre. Y con una sonrisa pícara retó a Sandra:
-Demuéstramelo.
-¿Como?-Preguntó
esta vacilante.
-Un
beso quizás.
Sandra
negó con la cabeza y levantó la cabeza de Alejandro de su regazo y
se dirigió a la cocina a preparar su comida.
Preparó
un vaso con caldo caliente y cuando volvió al Salón vio que
Alejandro se había quedado dormido en el sofá en la misma postura
que ella le había dejado.
Soltó
el vaso sobre la mesa y se fijo que al lado de la ventana había una
manta, la cogió y la colocó encima de Alejandro con intención de
taparle.
Y
cuando se dirigía al baño, notó que alguien le agarraba el brazo y
la hacía retroceder.
Al
girar el rostro vio a Alejandro de pie detrás de ella y la empujaba
hacia el sofá y la colocaba tumbada, le agarró los brazos a cada
lado de la cabeza de ella.
Alejandro
se colocó cerca de ella y sonriente... La besó.
Sandra
sorprendida intentó quitarse, pero no podía ya que tenía las manos
sujetadas y las piernas enredadas con las de él. 
Sin
embargo a él no le importó que se moviera la besaba y besaba.
Sandra
siempre había soñado con ese momento y no quería que acabara pero
a la vez quería apartarse de él ya que le había echo mucho daño,
años atrás.
De
pronto llamaron a la puerta. Y Alejandro susurrándole al oído le
dijo:
-Mierda,
con lo bien que estábamos. ¿Quien será?. Bueno al menos ya te
bese.
-También
me besaba con Daniel.
-Ya
pero ahora estas en tercero de Secundaria y yo en cuarto y las
parejas con esta edad hacen mas cosas que darse besitos, esto si fue
un beso de verdad, ya lo sabes- Se burló mientras se apartaba de su
lado y pasándose la lengua por los labios se dirigió a la puerta.
Sandra
incorporándose aun no se lo podía creer y se acarició los labios
con la yema de los dedos. Oyó que las personas que habían llamado a
la puerta eran los amigos de Alejandro de su equipo de fútbol que
habían ido a visitarle. 
Al
entrar sus amigos en el salón, Sandra se miró su reloj; las 18:30;
Había pasado mucho tiempo.
Al
llegar Alejandro observó el vaso que había sobre la mesa, lo cogió
y se lo llevó a la boca.
-¿Lo
preparaste para mi?- Preguntó Alejandro a Sandra.
-Sí,
pero ya estará frío.
Alejandro
tras soplar el vapor que desprendía el vaso le dio un sorbo.
-No,
esta buenisimo, pero no pude tomármelo antes ya que estábamos muy
ocupados.
Sandra
se sonrojó y mientras se ponía en pie, Alejandro se bebió el caldo
de un trago y comenzó hablar con sus amigos...
Cuando
Sandra se levantó para dejar el vaso en la cocina, los amigos de
Alejandro la miraban con cara rara.
Cuando
Sandra ya hubo entrado en la cocina los amigos preguntaron:
-Anda,
a si que tienes enfermera propia que suerte- Dijo Andrés mientras
señalaba la camiseta que Alejandro se abrochaba- Y parece que
estabais ocupados.
-No,
no tanto, aunque no puedo decir que habéis venido en el mejor
momento- Dijo Alejandro encogiéndose de hombros y mandado a callar a
sus amigos al ver que Sandra salía de la cocina con unos refrescos y
unos frutos secos.
Entró
en el salón con la bandeja y la deposito en la mesa con el rostro
sin expresión alguna.
Todos
la miraban mientras lo colocaba todo correctamente sobre la mesa
lista para que los invitados se sirviesen.
-Coged
lo que querías, yo voy al baño- Dijo Sandra señalando al pasillo
que había en un lateral del Salón.
-Segunda
puerta a la derecha- Dijo Alejandro sabiendo que Sandra no sabía
donde estaba el baño.
-Gracias-
Se la oyó gritar por el pasillo.
-Bueno,
sentaos- Finalizo Alejandro frotándose las manos y señalando con la
cabeza el sofá.
Todos
sus amigos se sentaron en el largo sofá y fueron abriendo latas de
refrescos y devorando los frutos secos como si estuvieran muertos de
hambre.
-Entonces
que, ¿Estáis saliendo no?- Preguntó Gonzalo.
-No-Contesto
Alejandro.
-¿Porque
no? No le gustabas hace ya 5 años.
-Y
le sigo gustando pero hace mucho que cortó con Daniel y ahora no
quiere novios, porque se siente culpable por haberle echo eso, a ese
idiota.
-¿Que
le hizo?- Preguntó Raúl uno de los compañeros de Fútbol.
-Le
dejo por mi- Dijo Alejandro con la cabeza gacha.
-¿Por
ti? No lo entiendo- Dijo Raúl sin comprender.
-Haber
idiota- Dijo Gonzalo con intención de explicárselo- Ella empezó a
salir con Daniel porque quería olvidar a Álex, pero cuando volvió
al Instituto y le vio otra vez, pues no pudo resistir más y le dejó,
pero aun hoy después de 3 años de eso...
-¿Aun
no le dijiste que si?-Dijo Andrés que era otro compañero del
equipo- Pobre chica, no se como te aguanta..
-Debe
de quererte mucho, 5 años enamorada de ti... Es mucho tiempo-Dijo
Gonzalo mirando el cacahuete que tenía en la mano.
-Si,
5 años aguantado mis rechazos y mis bromas... Siempre hacía que se
sientiese mal, soy idiota -Dijo Alejandro frotándose el pelo hasta
despeinarse- Pero hoy la besé y aun así quiso quitarse no la
entiendo.
En
ese momento Sandra volvía del baño pero al escuchar la conversación
de los chicos se escondió tras la pared del pasillo.
-Quizás
es...-Comenzó a decir Gonzalo.
-¿Que?-Preguntó
Alejandro sobresaltado.
-Quizás
no quiere siquiera que la toques porque... Ah realmente no lo se.
-Yo
os lo diré- Era Sandra que no podía aguantar más y salió de su
escondite- Te diré porque no quería que me besaras. Porque no te lo
mereces, no te mereces mi amor, mis labios ni nada, después de todo
el daño que me has echo ni te mereces siquiera que yo este aquí
perdiendo una tarde para cuidarte a ti, pedazo de capullo.
En
ese momento Sandra cogió las pocas cosas que había traído y se
dirigía a la puerta para irse.
-Sandra
espera- Gritó Alejandro levantándose del sofá deprisa y corriendo
tras ella.
-Déjame-
En ese momento Alejandro la agarraba del brazo-Déjame joder,
suéltame. Después de todo lo que me has echo, ¿pretendes que te
deje declararte?
Alejandro
hizo un rápido movimiento con el brazo y la colocó entre él y la
pared, bajo la mirada y la miró fijamente a los ojos.
-Escúchame-
Colocó su cara en el pelo de Sandra- No lo hice para herirte o para
comprobar si te dejabas o lo que sea que pensabas. Lo hice porque te
quiero y quería demostrarlo y al ver que me rechazabas pensé que yo
no te gustaba ya...
Sandra
le apartó  y le sujeto la cara con las dos manos.
-¿De
verdad?- Preguntó esta mirándole a los ojos y buscando alguna pista
de que no fuera otra broma.
-Sí,
de verdad. Empezaste a gustarme en Septiembre, pero no sabía como
decirtelo, por eso dije lo que dije, cuando paso lo de Andrea....-
Declaró Alejandro- Por eso solo quiero decirte, que.. Te quiero-
Termina confesando mientras se acercaba a ella para besarla y
introducía las manos por el pelo de ella.
Los
dos se fundieron en un beso, él sujetaba el rostro de ella entre sus
manos y ella pasaba sus brazos por el cuello de él.
Sus
amigos al ver aquello tosieron burlonamente y les miraron con las
cejas enarcadas.
-Si
queréis nos vamos, por lo que se ve aquí estorbamos- Dijo Gonzalo
mirando a los demás.
-Aquí
nunca estorbareis chicos- Dijo Alejandro agarrando a Sandra por la
cintura y atrayéndola hacía él, mientras sonreía.
Alejandro
acompañado de Sandra y de sus amigos comieron juntos hasta que la
madre de este llego y los mando a todos a casa, incluída a Sandra,
pero a ella le daba las gracias por haber ido y por haber cuidado de
él.
Y
al despedirse de él:
-¿Alejandro
porque no la acompañas a su casa? Esta muy oscuro y hay mucho ladrón
suelto-Dijo la madre de este poco antes de que se Sandra se fuera- Si
te encuentras mejor del resfriado, claro.
-Por
mi no hay problema ¿Vamos?- Dijo mientras sonreía a Sandra y la
hacia bajar por las escaleras abajo.
Pasaron
todo el camino callados y al llegar a la puerta de la casa de Sandra.
-Bueno,
pues creo que me iré...-Dijo Sandra sonrojada mientras abría la
puerta de su casa con las llaves, y al girarse se colocó el pelo
detrás de la oreja y era sorprendida por un beso de Alejandro- Me
alegro que me lo hayas dicho.
-Yo
también, no sabía como decirtelo pero al fin lo dije y ahora...
¿Somo novios, verdad?- Preguntó Alejandro débilmente, mientras
introducía sus manos en los bolsillos de su sudadera.
Esa
pregunta sorprendió a Sandra, ya que nunca se había imaginado, ser
la novia de Alejandro, y con lo único que respondió fue, asintiendo
mientras sonreía levemente.
-Buenas
noches- Dijo Alejandro, mientras le daba un toque con el dedo a la
nariz de Sandra.
-Buenas
noches- Repitió Sandra mientras se colocaba de puntillas y le besaba
de nuevo.
Tras
esto se despidió con la mano y entró en su casa cerrándola con
llave y dejando a Alejandro solo en la calle delante de las puertas
cerradas.
El
chico respiraba entrecortadamente y de nuevo sintió escalofríos,
pensó que era por la fiebre que había vuelto de nuevo, y el frío
viento de Noviembre le calaba hasta los huesos y hacía que temblase.
De camino a su casa, veía su respiración reflejada en el vaho
blanquezino del aire, y al llegar su casa y entrar, entró en su
habitación y jadeando y rojo como un tomate, se tumbó sobre su cama
y se durmió...
 

 
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