Capítulo 17: Sorpresas
inesperadas.
30 de Junio de 2012
A
Sandra, ya le habían dado las calificaciones de su segundo año en
el instituto, inesperadamente le salieron unas notas muy buenas y
agradables de ver. Al contrario de sus amigas, ya que María y Ana
habían suspendido una asignatura y tendrían que estudiar en verano,
mientras las demás les daban ánimos.
En
Septiembre empezaría tercero y Alejandro estaría ya en cuarto a
punto de irse del instituto y continuar sus estudios en otro centro
de educación.
Desde
su cumpleaños, ya no había estado tan distante con ella y ahora
intercambiaban algunas palabras, pero poca cosa.
Sandra
no se quitaba la pulsera con su nombre nunca, ni siquiera cuando se
bañaba, siempre la llevaba puesta y las pocas veces que hablaba con
Alejandro de lo que fuese, el chico siempre miraba su mano y una
sonrisilla se le formaba en los labios cuando veía la pulsera.
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4
de Julio de 2012.
Sandra
se despierta sonriendo, ya que había soñado esa noche, con que ella
y Alejandro eran novios e iban juntos al parque, y comían helado..
Al
recordar el sueño una vez despierta, la sonrisa de Sandra
desaparece. “Es lo mismo con Daniel, solo que los personajes están
cambiados”-Piensa, mientras se levanta y hace la cama.
La
ventana esta abierta y los rayos de sol del verano, entran a raudales
por la ventana y Sandra se asoma esta, los rayos cálidos llega
rápidamente a su cara y siente calor en menos de unos segundos.
-Mamá
la habrá abierto, supongo..-Dice en voz alta mientras se aparta de
la ventana, enciende el ordenador y baja a la cocina a desayunar
junto a su madre, ya que su padre esta trabajando.
Tras
terminar de desayunar sube de nuevo y se viste, unos vaqueros cortos
y una camiseta de tirantes de rayas blancas y rojas.
Se
peina un poco los rizos alborotados y enredados que se le formaban
siempre por las mañanas y se sienta delante del ordenador.
Inicia
sesión en Messenger y ve que Lucía y Sara están conectadas.
Rápidamente forma una conversación múltiple y comienzan hablar
sobre todo lo que había pasado en el cumpleaños.
*Lucía:
Nosotras también tenemos un regalo para ti.
*Sandra:
¿En serio? Y ¿que es?
*Sara:
Si sales a la calle y esperas unos 3 minutos lo verás..
*Sandra:No
entiendo nada :S
*Lucía:
Tú hazlo y punto.
*Sandra:
vale vale.. Dejo Messenger abierto
*Sara:
No, cierralo, nosotras nos vamos ya.. 
*Sandra:
Pero..
*Sara:
CIERRALO!
*Sandra:
Vale, un beso a las dos. Adiós.
Sandra
cierra sesión, y baja las escaleras precipitadamente y se asoma a la
puerta.. Espera los 3 minutos y allí no pasa nada...
De
pronto dos siluetas se forman en el extremo de la calle de Sandra. La
chica se mira el reloj, las doce de la mañana y ya hacía un calor
sofocante.
Vuelve
a mirar en dirección a las 2 siluetas y ahora se ven mejor. Son dos
chicas, más o menos de su edad, y una de ellas lleva una gran caja
en los brazos.
Cuando
solo estaban a unos metros de Sandra, ya las veía aun mejor. Eran
Lucía y Sara, sonriendo alegremente y Sandra eufórica corre hacía
ellas y las abraza con fuerza, incluso se le saltan alguna que otra
lágrima.
-¿Que
haceis aquí?-Pregunta Sandra secandose las lágrimas y conteniendose
para poder mirarlas a la cara y no abrazarlas con fuerza.
-Para
verte y darte tu regalo de cumpleaños- Dice Sara tendiendole a
Sandra la caja que llevaba en las manos.
-Pero
si fue en Abril- Informa Sandra mientras coge la caja.
-Lo
sabemos, pero no podíamos venir antes-Dice Lucía con esa sonrisa
que siempre le mostraba a Sandra, cuando esta, siempre estaba triste.
-Vamos
a mi casa y a sí, mi madre podrá saludaros- Les ofrece Sandra,
mientras señala su casa y las chicas asienten.
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Tras
haber saludado a la madre de Sandra, y haber tomado unas galletas con
unos batidos, las chicas habían subido a la habitación de Sandra, y
ahora con Sandra sentada en la silla de su escritorio y con sus
amigas de la infancia, Lucía y Sara sentadas en su cama, comenzaba
abrir su regalo.
El
envoltorio era azulado con finas líneas blancas onduladas, a lo
largo del papel, que parecían la espuma de las olas en el mar.
Con
cuidado Sandra fue abriendo el regalo y dentro una gran caja, de
rayas de los colores del arcoiris, contenía la bandera de Reino
Unido y una taza con esa misma bandera dibujada. Y de Sara había
traído un pequeño casco vikingo y unos guantes de una lana muy
suave.
-Gracias
chicas,por los regalos y por vuestra visita- Dice Sandra sonriendo
levemente y conteniendo las lágrimas.
-De
nada, teníamos muchas ganas de verte- Dice Lucía recogiendo el
papel de regalo roto, que había esparcido por el suelo.
-Y
también queríamos hablar contigo para poder darte consejo, y ya
sabes, celebrar una de esas fántasticas fiestas de pijamas que
nosotras celebramos- Confiesa Sara riendo y zarandeando los brazos.
-Aparte,
nos has contado que te hicieron una fiesta de cumpleaños sorpresa
¿Verdad?- Pregunta Lucía.
Sandra
asiente y comienza a explicar todo lo ocurrido en la fiesta...
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-A
 si que... Esa pulsera te la regalo Alejandro- Dice Lucía mirando la
 mano que Sandra tenía colocada sobre su regazo, con la pulsera
 puesta.
-Sí,
desde que os fuisteis, nuestra relación ha mejorado, podría decirse
que somos amigos...-Dice Sandra sonrojandose.
-Lo
que más me sorprendió fue que dejaste a Daniel nada más entrar en
el instituto.. ¿Como es eso?- Pregunta Sara haciendo una mueca.
-Fue
porque vi a Alejandro y no podía seguir engañando a Daniel de ese
modo- La voz de Sandra sonaba seca, y leve.
-Bueno
eso tiene mucho sentido, dado que desde siempre te había gustado
Alejandro, no se porque comenzaste a salir con Daniel- Dice Lucía
mientras se tiende en la cama de Sandra.
-Ya,
bueno.. ¿Como lo sabías?- Pregunta Sandra sorprendida, tras
analizar las palabras de Lucía.
-Sandra-
Contesta Lucía secamente- Te conozco desde siempre, se cuando estas
fingiendo.
-Es
cierto, las dos lo sabíamos, solo te ayudabamos a elegir a uno de
los dos, para comprobar cual de los dos te gustaba más- Dice Sara
mientras mira a Sandra, y Lucía se coloca de costado sobre la cama y
aplasta uno de los numerosos peluches de Sandra.
-Es
bueno saber que tus amigas saben cosas que tú no sabes- Dice Sandra
recogiendo las rodillas y sujetandolas con sus brazos, abrazandolas.
Sandra
las contemplo por un instante, sus amigas habían cambiado, habían
crecido, eran más altas incluso que ella, eran más esbeltas e
incluso tenían hasta más pecho. Pero por dentro seguían siendo las
mismas Lucía y Sara, que ella recordaba de primaria, hacía ya casi
3 años atrás.
-Vamos,
no te pongas así, pero al final va a resultar que si que vas a
llegar a salir con Alejandro.- Dice Sara sonriendo y mirando a Lucía
con una mirada cómplice.
-No
lo creo....- Dice Sandra apoyando su barbilla en las rodillas y
mirando la pulsera, que Alejandro le regaló, sin darse cuenta, se
había sonrojado, solo con  mirarla.
-Pues
yo tengo el presentimiento de que sí- Dice Lucía, sentandose de
nuevo sobre la cama y mirando el peluche que había aplastado- Con lo
que te dijo en la fiesta de cumpleaños, es fácil saber que empiezas
a gustarle aunque sea un poco.
-Además,
seguro que hasta que no este seguro de que le gustas de verdad, no te
lo dirá- Dice Sara, mientras le arrebata el peluche a Lucía de las
manos, y esta protesta.
-¿Y
que creeis que debería hacer? Para saber si le gusto y que me lo
diga..- Pregunta Sandra, emocionada, soltando las rodillas y
poniendose de pie.
-Pues,
nada...- Confiesa Sara, soltando el peluche detrás de ella y mirando
a Sandra de nuevo- Lo único que puedes hacer es, darle tiempo y no
preguntarle más por sus sentimientos, es él, quien debe tenerlos
claros.
Sandra
asiente y termina por sonreirle a sus mejores amigas, y tras
abrazarlas con fuerza, comienzan a reír a carcajadas tras comprobar
que Lucía intentaba quitarle a Sara el peluche que esta antes le
había arrebatado de las manos.
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Sara
y Lucía se quedaron a comer y también ha cenar. Sandra las había
presentado ante Rocío, Bruno, Gonzalo, Roberto, del que las dos
habían dicho que estaba muy bueno, y ha los compañeros de fútbol
de Alejandro. 
Por
la noche habían cenado en casa de Sandra y habían organizado una de
sus fantásticas fiestas de pijamas, con los pijamas de Sandra, ya
que estas no los habían traído, y comenzaron hablar sobre lo que
suele hablar en las fiestas de pijamas. De chicos, ropa y los
secretos más íntimos de cada una.
Se
habían atiborrado de chocolate y cenado pizza. Tras reír mucho y
haber soltado alguna que otra lágrima, se habían quedado dormidas y
por la mañana, con todo el calor del verano azotando las calles de
la ciudad, se habían despedido de Sandra una vez más, con los ojos
llorosos y acongojadas. 
 

 
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