Capítulo
15: Patinar nunca había sido tan divertido.
Sábado
2 de Octubre de 2010
Sandra
somnolienta se levanta de su cama e introduce los pies desnudos en
unas zapatillas de terciopelo que tenía. Con un pijama de invierno
con un pingüino dibujado, estira los brazos y el cuello y de su
mesita de noche coge una goma del pelo, con la que se hace un moño
informal con algunos rizos salientes.
Mira
el reloj mientras bosteza y se tapa la boca con la mano.
-Las
10 de la mañana- Dice frotándose los ojos- Bajaré a desayunar.
Mientras
baja por las escaleras hacia la cocina, piensa en todo lo que vivió
anoche.
La
cena con Alejandro acompañado de sus amigos y ella con sus amigas.
Lo
pasó genial, los amigos de Alejandro eran muy simpáticos y parecía
que las chicas hacían buenas migas con ellos. Nunca una hamburguesa
de carne desconocida y en un local barato, le había parecido un
lugar maravilloso para salir con él por primera vez, aunque
estuviesen acompañados. -Por algo se empieza- Piensa Sandra mientras
llega a la cocina y comprueba que su madre no esta.
-Hay
una nota- Dice Sandra en voz alta mientras se dirige junto al
microondas y coge el papel- “Cariño, he salido a comprar algunas
cosas con tu tía, y tú padre ha salido hacer algunos trabajos que
tenía pendientes, vendré a la hora del almuerzo, un beso.. P.D:
Hazte el desayuno”.
Sandra
suelta el papel y suspira, se dirige hacia la despensa y coge una
barrita de galleta y chocolate y se la come en un momento, luego coge
una mandarina, la pela y se la come.
De
nuevo vuelve a su habitación y hace su cama. Enciende el ordenador y
pone la radio. Había un programa de esos que echan por las mañanas
que hablan los locutores gastando bromas y cantando.
En
ese momento suena el teléfono. Sandra corriendo baja las escaleras
precipitadamente y agarra el teléfono inalámbrico, lo coge y
mientras habla va subiendo las escaleras de nuevo a su habitación
teléfono en mano.
-¿Sí?-
Sandra entra en su habitación.
-¿Sandra?-Dice
Ana al otro lado de la Línea.
-Sí,
Dime Ana- Contesta Sandra sentándose en la silla de nuevo.
-¿A
que no sabes lo que me pasó?- Pregunta Ana llena de felicidad.
-¿Qué?-
Pregunta Sandra también bajando el volumen de la radio.
-Gonzalo,
¿te acuerdas de él?
-Como
para no acordarse, te llevaste anoche todo el tiempo hablando con
él.. Bueno ¿ y que pasa?
-Anoche
me dio su móvil y yo le di el mio.
-Sí,
sí- Afirma Sandra asintiendo con la cabeza.
-Pues
esta mañana me llamó temprano para decirnos si queremos ir con él
y con Alejandro a patinar.
-¿Y?-
Dice Sandra apagando el ordenador sin haberlo usado siquiera.
-Pues
que él me comentó que sabe que te gusta Álex y va a enseñarle a
patinar ya que no sabe, y quiere que vayas tú también para que
estemos los cuatro juntos..
-¿Cuatro?
Y ¿que pasa con Marina y María?- Dice Sandra poniéndose de pie y
mirando por la ventana como la gente pasaba de un lado a otro de las
calles sin mirar antes.
-Ya
las avisé y dicen que han ido a visitar a su abuela, así que, vamos
tú y yo- Ana ríe tontamente al otro lado del teléfono.
-Ah,
vale.. ¿A que hora?- Dice Sandra suspirando mientras se dirige hacia
su armario.
-Ya,
me paso a recogerte dentro de 10 minutos- Dice Ana despidiéndose-
Adiós.
-Espera
Ana.. Espe- Cuelga- Me ha colgado.
Sandra
cuelga también iracunda, mira el reloj de su mesita de noche
“11:56”.
-Tengo
que darme prisa- Dice mientras va al armario y empieza a rebuscar
entre su ropa de algodón y tejidos gordos, típicos del invierno.
Coge
una camiseta de cuello alto negra de rayas verdes oscuro y unos
vaqueros oscuros. Unas botas de agua y una chaqueta de lana.
Deprisa
se viste y va rápidamente al baño. Se cepilla los dientes y se
peina, se coge una coleta alta y se lava la cara. Un poco de perfume
y cogiendo las llaves para cerrar la casa, tras haberla cerrado sale
a la calle a esperar a Ana en la puerta.
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Sandra
impaciente, mira una y otra vez su reloj, a la misma vez que mira a
un lado y a otro de la calle.
En
esos momentos Ana con los patines rosas se acerca a Sandra y la
saluda con una gran sonrisa.
-Ya
creí que no estarías lista en menos de cinco minutos- Mira hacia
los pies de Sandra- ¿Por que no llevas los patines puestos?
-Porque
no se patinar.
-Tonta
yo te enseño.
-Paso,
¿nos vamos?- Pregunta Sandra, señalando al camino por el que había
venido Ana.
La
chica asiente, y patinando lentamente junto a su amiga, van calle
abajo hasta llegar a un aparcamiento donde había una acera con un
suelo muy liso, perfecto para patinar, o aprender a hacerlo.
Tras
esperar unos minutos en silencio, los chicos llegan hasta ellas,
Gonzalo sabía patinar muy bien y se ponía hacer piruetas y a
patinar de espaldas.
Alejandro
si embargo, apenas podía mantenerse en equilibrio. Ana y Gonzalo se
reían de él, mientras Sandra le contemplaba, comprendiéndole ya
que ella tampoco sabía patinar y sabía lo que sentía en ese
momento.
Se
acercó y le saludó con una sonrisa, mientras le sujetaba el brazo
para que se mantuviese en equilibrio. Mientras tanto, Ana y Gonzalo
se iban riendo y patinando juntos, muy lejos de allí.
-¿Tú
tampoco sabes patinar?- Pregunta Sandra mirando en dirección donde
Ana y Gonzalo desaparecían.
-No,
te pareceré patético.
-Para
nada, yo tampoco se.
-¿En
serio?- Pregunta el chico sin creerselo demasiado y mirando a Sandra.
-Sí-
Dice Sandra sonriendo y asintiendo- A si que, vamos a aprender
juntos.
-Tú
no llevas patines...
-Bueno,
yo te sujeto y cuando aprendas tendrás que enseñarme tú a mi.
-Trato
echo- Concluye Alejandro riendo y alzando los brazos para mantener el
equilibrio.
Sandra
reía feliz, pero no se reía de él, simplemente le parecía
divertido lo que hacía, y se imaginaba a ella con los patines
aprendiendo a patinar con la misma posición.
Si
Alejandro ya era más alto que ella, con los patines lo era aun más,
parecían padre e hija. Para hablar con él, Sandra tenía que elevar
tanto la cabeza que el cuello le dolía.
Se
quedaron patinando por allí hasta las tres de la tarde y luego Ana y
Sandra volvieron a sus respectivas casas. Alejandro no había
conseguido aprender a patinar pero iba progresando.. Más o menos..
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Ana
estaba muy contenta, ya que se había pasado todo el tiempo con
Gonzalo y a su vez, había dejado a su amiga con el chico que le
gustaba. Dos pájaros de un tiro.
Sandra
estaba feliz, pero ser solamente su amiga le afectaba, ella quería
algo más pero sabía que eso nunca pasaría.

No he entendido muy bien la última frase, pero bueno, tampoco entendí muy bien este capítulo
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