9 de abril de 2019

Enredos

Enredos, los mismos que los de tu pelo cuando se rizan en la coronilla. Los mismos que se me enroscan a mí en la nuca cuando sudo abrazada a ti. 

Enredos, igual que nuestros dedos entrelazados cuando nos tomamos de la mano. Igual que los mismos dedos que recorren la piel del otro en busca de calor y caricias deliciosas.

Enredos, como nuestros cuerpos cuando la pasión se deja llevar y solo somos piel  contra piel. Es el más hermoso de los enredos.

Enredos, como nuestros labios cuando se encontraron por primera vez y no la última. 

Enredos, como nosotros cuando nos abrazamos. Es que son demasiado deseables esos abrazos, no puedo vivir sin ellos.

Enredos, como nuestros corazones cuando la sinceridad se impuso a la lógica y a la razón y la tierra tembló ante nuestra impulsividad de palabras sensibleras. Dos románticos se unieron y nuestro pequeño mundo cambió. 

Ahora estamos enredados, quizás por ese lazo rojo del destino del que tanto habla la gente, quizás por algún lazo de otro color, ¿qué más da? Estoy segura que ninguno de los dos quiere deshacer el nudo.
¿No?



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