1 de enero de 2019

Hola, 2019

Queridísimo y esperado 2019:
Te pido que seas más amable que tu antecesor el 2018. Quiero más alegrías, o si hay pocas, que sean tan fuertes y duraderas que ahoguen a las penas que te acompañen en los siguientes 365 días.

Quiero que provoques más mariposas en mi estómago con escenas de amor que ni las películas moñas de hollywood. Quiero magia, encuentros inesperados, frases bonitas, fotografías únicas. Salud por encima de todas las cosas. Risas con mis amigos en los meses que vienen. Que mi familia siga unidad frente a las adversidades que están por llegar, y no hace falta que ni tú ni nadie me lo asegure. Llegarán. Pero nunca está demás pedir que tarden en hacerlo.


Te voy a ser sincera. No tengo muchas esperanzas en las semanas que me esperan, pero dicen que es lo último que se pierde. 2018 me ha dejado secuelas, me ha rasguñado demasiado, pero también me ha ayudado a avanzar como persona, me ha dado golpes para que aprendiese a esquivarlos. Y madre mía, como lo ha conseguido...
Querido 2019, haz lo tuyo. Concédeme salud, dinero, amor, amistad... lo que todos solemos pedirte al tocar el reloj la medianoche. Que mis sueños se cumplan a cambio de haberme atragantado con las uvas como cada Nochevieja.

Este año cumplo 21 años y quiero sentir la vida 20 veces más fuerte que antes. Haz que merezca la pena, y no solo hacerme madurar, sino demostrarme que las lágrimas no son tan necesarias como pensamos. Que la risa tiene más fuerza que una cara larga.

Quiero cumplir más deseos que los que cumplí el año pasado y el anterior. Quiero tener fuerza para lograr mis objetivos. A corto y largo plazo. Que los veranos tengan sus noches eternas. Esos paseos por la playa a medianoche, con las luces adornando nuestra vida, aún todos unidos y siendo jóvenes. Ayúdame a saborear todos los momentos únicos, como unas sonrisas cómplices en la cama, un abrazo de esos que duran y te llenan por dentro, de la música que te transporta a otro mundo, de las caricias en la piel desnuda...

Me recibes con una resaca y dedos entumecidos por la caminata gélida que me di para llegar a casa tras la fiesta típica. Pero no por ello deseo menos que el año anterior, unos 365 días de sonrisas constantes, ya que pedir permanente es imposible.

Querido 2019, si no me traes cosas buenas, te ruego que ni siquiera empieces. Necesito confiar en que cada uno de enero mi vida se reinicia y puedo reconstruirme desde un punto de partida adecuado a mi misma y a mi carácter. Mi vida puede ser reconducida si por lo que fuese me salí del camino.
Quiero aprender, empezar con ganas y que esas mismas ganas no decaigan. No quiero perder a nadie, sino conocer a más y más gente. Quiero terminar mi curso con éxito y emprender el último que me queda para finalizar la etapa más bonita de mi vida, la universidad. Quiero hacerme mejor persona y corregir mis errores. Aprender a pedir perdón, a dar las gracias, los buenos días con una sonrisa y soltar te quieros sinceros sin tanto esfuerzo.

Se aproximan muchos cambios, que yo lo sé. Un año es mucho y poco tiempo a la vez, pero seguimos estando aquí, viviendo, bailando, cometiendo errores y enmendándolos.

Parece que ya has llegado, como pasa cada vez que la Tierra le da una vuelta completa al Sol. Año nuevo. Un nuevo ciclo.

Hola 2019, ¿cómo estás?
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