"Como duele..." , es insoportable y solo quieres llorar, cerrar los ojos y desaparecer entre las sábanas de la roñosa cama deshecha.
Abrázame, acaricia mi pelo y di que todo irá bien, aunque sea mentira. Miénteme pero haz que mis emociones se apaguen. Que el fuego se consuma y deje de doler.
Siento mi mente estallar en mil trozos de cristal, que caen sobre mi rostro desde el despejado cielo y me arañan las mejillas, me destrozan los pómulos.
Mis ojos arden tras el cristal sucio de lágrimas secas de mis gafas despintadas por el sudor de mi frente al salir a correr para dejar atrás los malos pensamientos.
Una carta de este tipo está cargada de palabras llenas de sufrimiento. El calvario de mi cabeza está presente en cada sílaba y como duele escribirlas... Duele como el fuego que me recorre las entrañas en busca de sentimientos estresantes y emociones que causen ansiedad.
Noches de insomnio y música melancólica. Lágrimas cayendo sobre la almohada y manchando mis ojos de rojo al despertar. Déjame llorar en tu hombro al son de una melodía de violín.
El piano es lo único que alivia mi sufrir. Mi dolor desaparece en una burbuja de alivio cuando las teclas sonando se cuelan en mi tímpano. Noto como los músculos se relajan al compás de la partitura dulce. Mi cerebro desconecta de su agobio y mi respiración se acompasa en un leve vaivén del pecho.
Quiero dormir. Dormir y llorar en tu pecho, escuchando tu corazón palpitar al ritmo del mío. Unidos en uno, como dos piezas de puzzles que quieren encajar a presión.
La misma presión con la que empujas mi espalda con tus manos al abrazarme. Mi llanto se ahoga en el hueco de tu cuello. Déjame llorar, no sabes como queman mis ojos. No puedo aguantar más, duele como el fuego en las venas, haciendo cenizas todo mi ser.
Déjame llorar para que mis lágrimas apaguen las llamas ardientes que me queman los pulmones y así, con suerte, deje de sentirlo.
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