Oh! Dulce invierno, la nieve, las fiestas como la navidad o año nuevo en las que se reúne toda la familia. Preciosa estación para unos, horrible para otros, como todo...
Por supuesto, si les parece horrible, claramente es por el frío -o ausencia de calor-, porque ni una servidora soporta el frío, pese a que adoro esta estación, pero la lluvia, las tardes de cine en casa y el calor de la chimenea son más confortables que miles de playas o decenas de chapuzones en agua fresca.
Al pensar en el invierno, automáticamente pensamos en la Navidad (salvo a los habitantes del hemisferio sur, por supuesto, perdonad que os olvidara).
El invierno es la época de la ropa en exceso, abrigos a montón, bufandas, guantes, gorros, o cualquier otra cosa para mantener el calor en nuestro cuerpo.
En España y Andalucía concretamente, puedo agradecer de no pasar inviernos demasiado fríos, pero si veranos muuuuuuuuy calurosos. Quizás por esto último mencionado, los andaluces adoramos el invierno. Es el único momento del año en el que no estamos sudando como cerdos.
Por supuesto el invierno tiene cosas malas, inundaciones en algunas zonas, congelación y por tanto destrucción de los cultivos, las nevadas pueden provocar accidentes de tráfico etc... pero el invierno es también el calor del hogar, la ropa calentita y confortable, los zapatos cómodos y las noches de lluvia contra la ventana, el vaho que sale por nuestras bocas al respirar, la nieve que cae del cielo, blanca y pura, y la sensación de limpieza y pureza que deja la niebla cuando más profunda está.
En conclusión lo más escueta posible, adoro el invierno que ya se acerca, pero el frío y yo nos llevamos muy mal.


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