
Las manos que minutos antes reposaban en su regazo ahora toquetean el cuello y espalda de su tonificado jefe.
Fundidos en un beso, ambos se analizan al tacto con sus manos, yemas, palmas, brazos...
Tumbados en el sofá, ella sobre él, y con una extraña y cargada presión electrizante en el salón, se complementan el uno al otro cual puzzle.
La camisa del joven cae, y la chica queda en ropa interior, pero cuando la magia punzante del amor está a punto de sucumbir, un estridente sonido retumba en las paredes, tras la caída de un jarrón.
James está junto a una estantería y a sus pies, pedazos rotos de cerámica
-Siento interrumpir- se disculpa son su enigmática voz, sonriente.

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