La rutina es monótona y aburrida, y suele ir acompañada de agobio y pesadez. No es hasta que la rutina deja de serlo, cuando la monotonía desaparece, y algo fuera de lo normal ocurre, el eslabón de la monótona cadena, cae.
Nunca queremos rutina, pero su existencia es inevitable, y quizás el poder de acabar con ella esté en nosotros mismos para romper la "costumbre" y vivir con emoción, aunque sea un poquito... cada día...
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