Clara miraba al suelo y se mordía la piel de las mejillas en busca de consuelo a través del dolor físico. La cabeza iba más deprisa que tu corazón, el cual tenía las palpitaciones tan aceleradas que podían salirse del pecho.
Pequeños momentos que para unos serán insignificantes, para Clara lo eran todo. Una desconexión de los problemas tan placentera como es pasar la mañana en la cama con su vida entre los brazos sin mirar el móvil, sin mirar el reloj, sin pensar en nada. Solo en parar los segunderos que sonaban en su muñeca con un continuo tic-tac y saborear el momento de forma indefinida.
Clara parece fuerte desde fuera, parece fuerte ante los ojos de los que la conocen desde hace tiempo. Clara no ha tenido una vida difícil, con sus momentos complicados como todo el mundo, pero no una mala vida. Una madre estricta y un padre amable. Armonía familiar la llaman algunos. Felicidad en lo académico, amistad y amor.
Pero Clara también tiene miedo. Cuando las nauseas y el estrés le recorren la piel, no piensa en nada más que dormir o en estar en brazos de la persona que le trae mariposas al estómago. Pero que difícil es hacer lo segundo, por lo que acaba haciendo lo primero y el reloj sigue pasando, y el miedo sigue ahí, al acecho cuando despierte.
Clara tiene miedo de ser consumida por los problemas y la preocupación. Mente débil, entusiasmo agotado. Pero a la vez se repite que es fuerte, con violencia en la voz, como si quisiera golpearse a si misma y decir "reacciona de una vez", pero el muro de hielo que había levantado a su alrededor se derrite ante el miedo oscuro que presiona con su fuego.
Clara también tiene miedo, pero no sabe que eso puede usarlo a su favor y volverse resistente, mejorar como persona y avanzar con grandes zancadas.
Se ha creado su propia burbuja de angustia, que es gris y negra, variando su gama de color a lo largo del día, y no sabe como estallarla. La batalla es consigo misma. Los demás desde fuera no pueden entrar y tampoco explotar la burbuja ellos.
Solo Clara puede hacerlo. Poco a poco acercará la mano y con una simple uña la hará desaparecer.
Y así, con el tiempo, se dará cuenta de que esta fase de su vida no es más que un bache en el camino como tantos otros y que solo necesita dejar el miedo al lado, ya que es solo un peso muerto, que le impide saltar y atravesar el agujero que tiene bajo sus pies.
Yo también tengo miedo, Clara. Pero créeme, no es malo sentir miedo. Sé fuerte, Clara.
Y salta bien alto. Llegarás tan arriba, que al mirar hacia abajo, verás que no es el fin del mundo y que puedes continuar y volar mucho más arriba. Valdrá la pena.
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